Cuevas del alma

Las lejanas imágenes de Cant a la mímica, aquel libro que publicamos con Leopold Samsó hace ya
sus buenos 40 años, no solo no se han borrado de la memoria, sino que persisten en el tiempo, ya
que nada se ha interrumpido. El ADN energético continúa siendo el mismo, solo que alimentado
con una fiel y persistente colaboración durante todo este intervalo. Y podemos hablar de intervalo
porque el mismo performer y el mismo fotógrafo publicamos ahora, igualmente en blanco y negro,
este nuevo trabajo: Cuevas del alma.


A diferencia del primer libro, en el que las instantáneas inmortalizaban momentos de expresión
frente a un público, estas imágenes son de estudio solamente. La comunicación entre performer y
fotógrafo es pura y específica. A nadie se le ha permitido estar presente en las sesiones que durante
dos largos años hemos realizado en una antigua fortaleza del siglo IX, en la que las memorias históricas
permanecen intactas.


En esta construcción de roble y piedra hemos trabajado únicamente con los matices de la luz
natural, que filtrándose a través de los ventanales permitían calibrar la intensidad para dar luz a las
expresiones que desde el fondo del alma afloraban en profunda comunión.


En los largos silencios que envolvían estos encuentros artísticos, el punto álgido hallaba su ser en el
sutil clic del obturador. En esos momentos, el viaje del alma al rendir sus secretos se veía
recompensado por la constatación que inmortalizaba el ápice de la emoción que se había drenado de
entre el limo de la existencia.


Una cuidada selección de más de sesenta imágenes, acompañadas de los pensamientos que las llenan
de sentido y dan forma a la esencia del libro.


Cuevas del alma 1. jpg

Florecía la vida en su más pura esencia,
en cada segundo de percepción
se recreaba el mundo, imperturbable amor.


Recibía miradas, sonrisas, caricias y abrazos.


Cuevas del alma 2 jpg

Yo acuso, en verdad, yo acuso.
Vamos a tener que empezar de nuevo desde cero.
Dominar los sentimientos y las emociones
con la distancia del profundo desapego.


El Príncipe telúrico llegará;
la soberbia, la envidia y la avaricia arrasándolas al fuego eterno.
Esa es la gran esperanza.


Cuevas del alma 3. jpg

Entonces, era cuando me refugiaba
en copiosas e interminables comidas
que llegasen a presionarme
las paredes del estómago
y así no tener que preocuparme
más que del próximo sabor
que me iba a. aturdir.


Me sentía saciado,
pero no conseguía apaciguar mi mente.


Cuevas del alma 4. jpg

Me apasionaba, creyendo o no
en emociones que perfilan
los socavones del empecinamiento.


Cuevas del alma 5. jpg

Esquivando las adormecientes caricias,
vanidades de este mundo,
acosado pero no hundido.


Vigilante ante los contratiempos,
atento a las grietas de los muros
por las que seguiría fluyendo la inspiración.


En permanente estado de atención,
donde las células del cuerpo
reposan ávidas de entrar en acción.


No, no me iba a dar por vencido
sabiendo que era depositario de un testimonio que
la corriente general del río
no quería escuchar.


Cuevas del alma 6. jpg

Quizás un duende me espera al final del camino.